6 de enero de 2011

Nunca es tarde.


Ya se lo que siento. Ya se lo que tanto tiempo he intentado no ver, rectifico, nunca he sabido explicar. Llevo mucho tiempo con miedo de darme cuenta de que no sólo estoy enamorada de ti, si no que va más lejos. Todos esos celos tontos, a todas horas, ese miedo a perderte, toda la inseguridad, todos los malos momentos, todas las veces que grité. Todas eran miedo. A admitir que me he convertido en algo que tiene tu nombre de título. A sentarme a tu lado, cogerte de la mano y contarte todos los años de esta eternidad que quiero compartir contigo. De decirte cuanto he soñado con que me abraces en este instante. A aceptar que le quiero dedicar mi vida a la simple acción de besarte, de recorrer cada espacio de tu boca. A adorarte por cada movimiento que para el resto del mundo es imperceptible pero para mi es decisivo. 

A no decirte claramente que te siento tan dentro que me arde por cada vena, que cada vez que no te siento muero un poco por dentro y que dejaré de existir si algún día no me quieres o dejas de necesitarme. 
Eres mi jodida debilidad, eres lo más bonito que tengo, eres lo único que no me perdonaría perder. Eres mi complementario.
Eres la única persona capaz de hacerme rabiar hasta el fondo y a la vez dejarme ver que me amas, de quien estoy seguro poder llegar a donde nos lleve este camino sin final, de la mano. 
Muy típico es el tópico de que si te caes te levanto. Yo voy más allá, yo nunca te dejaré caer, y si al final las adversidades nos pueden, después de que nos machaquen hasta la saciedad, no caerás solo, si no con mi compañía, yo por ti y tú por mi, y nos levantaremos. Y seguiremos caminando de la mano, y si volvemos a caer repetiremos el proceso.
Somos como una máquina perfecta, nos fallan algunos engranajes y de vez en cuanto fallamos, pero, ¿Qué es la perfección si no es el conjunto de imperfecciones dispuestas en un perfecto orden? 
Nunca viviré si no es de tu aire y se que tú sin mi no existes. Se que me quieres igual que yo, y si que ha sido una suerte encontrarte al principio de mi vida.
Nunca es tarde, ni tampoco pronto. Siempre, o al menos en este caso, es el momento exacto.


No hay comentarios:

Publicar un comentario